lunes, 17 de marzo de 2014

Dígitos que bailan, la voz-serpiente y la ley de atracción onírica.

"vení, pato, vamos a hablar de nuevo. Escribime a este numero… " leía en mi celular ese mensaje, traído como desde los confines más intensos de mis deseos y porque la ley de atracción estaba manifestándose en mi mundo. Cuando quería volver a mirar el teléfono para anotar esos sagrados dígitos, que por fin me darían la oportunidad de hablar con una de las personas que más necesito ver de nuevo, los numeros desaparecían y la voz de mi mamá se colaba por mis oídos como si se tratase de una habilidosa serpiente hambrienta que, sigilosa y estratégica, se mete en huecos donde sabe que puede encontrar a sus presas.

Esa voz-serpiente se metía por mis orificios auditivos, dejaba tras su rastro un sonido viscoso que se pegoteaba en mis tímpanos y ¡zas! , sin pleno aviso, atacaba directamente a mi cerebro.
—Levantate, Mati, tenés que ir a tramitar tu nuevo documento. Me informaba mi mamá.

Frustrado, por no haber alcanzado a anotar el numero que necesitaba me levanté y fui al baño. Me miré al espejo un largo rato como para hacerle entender a mi conciencia que estaba siendo parte del mundo real y ordinario. Hice fuerza, pero los dígitos en mi cabeza bailaban, se burlaban, y no pude recodarlos en el orden correcto. Quizás, la próxima vez que me mande un mensaje tenga una lapicera a mano. Pero nos vamos a encontrar de nuevo. Lo sé.

1 comentario:

  1. Me encantaria vomitar parte de mi cerebro de la manera tan genial como lo haces vos. Ojala algun dia nos encontremos en un sueño.

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